En una ciencia tan experimental como la Enología, llega un momento en que no vale con escuchar a los grandes maestros ni buscar apoyo en los grandes libros, debes hacerlo tú mismo. Eso es Bigardo. El desenlace de una intensa aventura en diferentes lugares del mundo que siempre tuvo el propósito de acabar siendo una botella de vino.
Aún queda mucho camino por recorrer hasta llegar a un vino antológico, transcendental, uno de esos vinos que marcan época y hacen afición. Creedme, esos vinos existen, aún viven en mis papilas.
El nombre de Bigardo es un homenaje a Toro. Es una palabra aún utilizada en sus calles. Un bigardo es alguien grande, corpulento, “desmangado”, una persona con cierto aire rebelde y desobediente…sí, quizás hay ciertas similitudes con mi persona.
Siempre hay un comienzo. Ésta es la historia. El momento es ahora.